A propósito del día del padre, entrevistamos al Dr. Ricardo Rojas y a su hija, la Dra. Diana Carolina Rojas, clientes de Dental 83, quienes nos contaron un poco de su historia. Son cerca de veinte familiares los que en su ADN llevan ese amor por esta profesión y que han hecho de ella su razón. Una maravillosa herencia que se ha tomado cada generación y que, con el avance y las nuevas tecnologías de cada industria, han hecho un gran aporte a cientos de personas a través de cerca de 40 años. Por supuesto, Dental 83 ha estado acompañando su progreso.
DENTAL 83/
Dr. Cuéntenos un poco de su vida profesional…
DR. RICARDO ROJAS/
Yo soy de Fusagasugá y estudié en el Colegio Odontológico; la empresa como tal, la iniciamos en la década del 80. Estamos en el mismo sitio donde abrimos por aquel entonces. La clínica se llama Consultorio Odontológico Dr. Luis Ricardo Rojas y es un lugar en el que nuestro propósito es hacer vidas más felices. Por nosotros han pasado cientos de historias que luego de devolver la esencia de sus sonrisas, se sienten mejor. Desde hace unos años, trabajo con mi hija, además de mi socia, la Dra. Diana Carolina Rojas.
¿Precisamente, cómo es ese legado?…
La historia viene de atrás, en una familia en la que cinco hijos se dedicaron a esta profesión. Yo, por mi parte, trabajo con mi hija en esta clínica; y también tengo otro hijo, Ricardo Andrés, quien también es odontólogo. Él tiene su clínica independiente, que también goza de mucha experiencia y credibilidad.
¿Cómo nace la clínica?
Hace 38 años, era una época en donde todavía no estaban de moda las clínicas, únicamente eran los consultorios particulares. Yo comencé acá en el barrio, y me fui haciendo conocido de muchas personas; de esta manera se fue generando un voz a voz; así creció la demanda. En la actualidad, ese goodwill tiene una base de pacientes bastante grande. Precisamente, Carolina nace cuando yo hasta ahora estaba empezando.
Con el transcurso del tiempo, ella va viendo a su papá ejercer la profesión, se fue enamorando de este oficio; cabe recalcar que en ningún momento la presioné ni la llevé de la mano para que escogiera esta carrera. Eso fue algo voluntario de ella, le gustó la carrera y estudió la profesión.
¿Cómo es trabajar en esta profesión junto a tu hija?
Tenemos mucha interacción con ella, compartimos muchos conocimientos, conceptos nuevos que ella trae; yo le comparto mi experiencia y vamos haciendo un equipo importante. Ella ejerce su profesión con tecnología de punta, ciertas cosas que a ella le gusta; yo hago otras y hemos formado un conjunto que se complementa; y tanto los pacientes jóvenes, como los adultos lo valoran mucho.
Dra. Carolina, háblanos un poco de esa infancia, creciendo en un consultorio…
Son muchas anécdotas, porque crecí al lado del consultorio, entonces todo el tiempo permanecía: cuando estaba libre, permanecía acá en el consultorio. Yo era muy pequeña y me hacía amiga de los pacientes de mi papá en la sala de espera y les amenizaba, les bailaba, les cantaba, les leía; hacía muchas cosas mientras ellos esperaban su turno. Cuando fui más grande, en el colegio; en vacaciones, yo le decía a mi papá que me dejara ayudarle y me pagara. Yo me sentía su asistente; yo hacía todo lo que podía hacer para aprender y me fui enamorando de esta profesión. Desde muy pequeña tenía claro que quería esto.
¿Y qué es lo más lindo de esta profesión?
Para mí personalmente, que soy mamá, tengo el tiempo para mi trabajo y para mis hijas y como comparto acá con mi papá, pues estoy con él y también con mi mamá todo el tiempo. Aquí mi papá, mi papá antes de ser odontólogo, él es artista, mi papá se le da todo lo que es pintura, todo lo que es arte y quizás mi hermano y yo le heredamos mucho de eso y esta profesión tiene mucho de arte, entonces realmente fue por eso; y verlo a él desde mi abuelo que también era odontólogo. Y por supuesto, ver generaciones de familias viniendo a la clínica.
Dental 83/
¿Para ambos… cómo fue el nacimiento de ese legado familiar?
Dr. Ricardo/
Somos muchos odontólogos en la familia; casi 20 diría, entre cinco hermanos, abuelo, tíos, sobrinos, hijos y hasta nietos que ya quieren serlo. Todo empezó con el abuelo; con él también fue que yo me apasioné por este tema. Lo vi evolucionar a través del tiempo. Recuerdo que visitaba unos pueblos donde ni siquiera había luz y la máquina de trabajo era una máquina de pedal.
Imagínese usted más o menos cómo funcionaba la odontología, porque los tratamientos que se le aplicaban en un diente al paciente, pues eran un poquito incómodos, las máquinas eran un poquito bruscas. La jeringa triple eran dos peras, una de aire que se llenaba de agua para ir limpiando, esa era la jeringa triple. Mi padre hacía una gran labor y era con equipos supremamente obsoletos. Lo más curioso es que aún funcionan, están guardados; ¡deberíamos hacer un museo!
¿Y en esta historia, dónde entra Dental 83?
Precisamente desde que cree la clínica empecé a trabajar con esta empresa. Me gusta mucho por ese contexto familiar, la calidad de sus productos, la comodidad en el tema de pagos, su credibilidad, aspectos de innovación y el equipo humano que tiene. He podido interactuar con muchos de ellos y siempre me ha ido bien en cada proceso. Son cerca de 28 años trabajando juntos y seguramente para esos nietos odontólogos que seguirán la tradición, también les diré: ¡con ellos tienen un gran aliado!